Sres. Cuatro Cabezas S.A.
A quien corresponda:
Recientemente ha llegado a uno de los abajo firmantes una solicitud de su empresa para colaborar con un programa televisivo de divulgación científica. Si bien es importante –y en ese sentido les agradecemos- la difusión de nuestro quehacer, el mismo debe ser respetuoso de ciertas pautas para evitar puntos de vista contradictorios con los objetivos y la ética profesional auspiciada por la comunidad arqueológica y antropológica de nuestro país.
En dicha solicitud se busca un arqueólogo o antropólogo que pueda protagonizar y narrar -entre otros temas no especificados- la dramatización de descubrimientos arqueológicos de alto impacto público ocurridos en nuestro país, como el de los cuerpos momificados del Llullaillaco. Pensamos que si bien la transferencia de los conocimientos generados en la disciplina al público general requiere ciertamente de nuevas estrategias de comunicación adaptadas a los tiempos que corren, la perspectiva elegida para este proyecto corre serios riesgos de trivializar el esfuerzo científico, desinformar a la audiencia y simplificar en exceso las múltiples perspectivas que el estudio del pasado y la gestión y protección del patrimonio cultural arqueológico conllevan en la actualidad. Es importante aclarar que por medio de la presente intentamos advertir acerca de los riesgos de enfatizar en exceso los aspectos más espectaculares en detrimento de lo que es una situación altamente sensible y compleja. Esto no implica oponernos a los proyectos de difusión científica que contemplen ideas novedosas o alternativas, siempre que estos estén debidamente informados.
Particularmente respecto de las excavaciones efectuadas en el volcán Llullaillaco, las opiniones de la comunidad arqueológica se encuentran divididas en cuanto a la corrección de esa intervención y a la necesidad de exhibir estos restos humanos, a partir de los reclamos expresados por muchos ciudadanos de la región quienes consideran a los mismos como sus ancestros culturales. Si bien en algunos casos las comunidades descendientes de pueblos originarios de nuestro país han decidido exhibir restos humanos en museos locales—cuando su hallazgo ha sido producto de investigaciones consensuadas y en colaboración entre pobladores locales y científicos, lo cual no sucedió en el caso por Uds. citado—muchas sienten que sus valores y tradiciones son violadas por estas exhibiciones, particularmente cuando las mismas son decididas e implementadas sin consultar a quienes se sienten afectados. Es por esto que tratar este caso en particular y otros similares en los medios requeriría de algo más que un mero registro de la “aventura” detrás del hallazgo. Sería necesaria una seria investigación periodística que registre las diversas declaraciones de científicos, gestores culturales nacionales, provinciales, comunitarios y universitarios sobre este y otros casos, así como a las numerosas declaraciones internacionales sobre la exhibición de restos humanos de pueblos originarios (ver http://www.worldarchaeologicalcongress.org/site/about_ethi.php)
Finalmente, nos interesa destacar que aunque la arqueología tiene bastante de aventura, son otros los motivos que nos llevan a “aventurarnos” y no la aventura en sí misma. Es verdad que nuestra práctica profesional implica muchas veces condiciones de trabajo que pueden ser interpretadas como “aventureras”, sin embargo estas sólo tienen lugar en el marco de una investigación. Investigación que implica también largas horas de laboratorio y biblioteca, escritura, colaboración con otras disciplinas y con las comunidades locales con las cuales trabajamos, todo esto mientras se sortean interminables demandas burocráticas y administrativas, realizando nuestro trabajo con ausencia total de infraestructura edilicia, insumos, bibliografía y equipamiento.
En este contexto, nos parece más rico un enfoque por medio del cual la gente pueda descubrir la aventura del conocimiento y la multiplicidad de visiones, esfuerzos y valores que hay detrás de investigar el pasado arqueológico sin privilegiar “lo aventurero” como el principal objetivo de lo que es en realidad producción de conocimiento científico y cultural de base.
Desde ya quedamos a su disposición para la difusión del quehacer científico argentino, siempre que se muestre la real aventura que implica hacer ciencia, proteger el patrimonio cultural y colaborar con la promoción y reafirmación de la identidad y permanencia de los pueblos originarios en un país periférico como el nuestro, sin necesidad de recurrir a la sobreactuación.
Saludos,
María Alejandra Korstanje, Instituto de Arqueología y Museo. Fac. de Ciencias Naturales e IML, Universidad Nacional de Tucumán.
Marisa Lazzari, Universidad de Exeter, UK y Museo Etnográfico, Buenos Aires.
Siguen firmas en orden de llegada:
3. Alvaro R. Martel, Instituto de Arqueología y Museo. Facultad de Ciencias Naturales e IML, Universidad Nacional de Tucumán.
4. Norma Ratto, Museo Etnográfico Juan B. Ambrosetti, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.
5. Mariana Mondini. CONICET-UBA, UNC
6. Verónica Williams. CONICET-UNCPBA
7. María Cristina Scattolin, Museo Etnográfico de la Universidad de Buenos Aires
8. Hernán Muscio. CONICET-UBA
9. Marcia Bianchi Villelli, Instituto de Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.
10. Mariela Edith González, INCUAPA-CONICET, Departamento de Arqueología, Facultad de Ciencias Sociales de Olavarría, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires.
11. Salerno, Virginia, Instituto de Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires
12. Mariano Colombo. Área Arqueología y Antropología de Necochea
13. Darío Hermo. División Arqueología del Museo de La Plata (Facultad de Ciencias Naturales y Museo – Universidad Nacional de La Plata) / CONICET
14. Ozán Ivana Laura, estudiante de Cs. Antropógicas – UBA –
15. Matilde Mabel Lanza, PROARHEP (Programa de Arqueología Histórica y Estudios Pluridisciplinarios). Departamento de Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Luján.
16. Luis Abel Orquera. Asociación de Investigaciones Antropológicas.
17. Carina Jofré, Escuela de Arqueología. Universidad Nacional de Catamarca. Conicet. DNI:
18. Alejandro F. Haber, Escuela de Arqueología, Universidad Nacional de Catamarca, y CONICET.
19. María Bernarda Marconetto, Museo de Antropología, Fac. de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba.
20. Leandro D’Amore, Escuela de Arqueología. Universidad Nacional de Catamarca. Conicet.
21. Luis Diego Vuoto, Instituto de Arqueología y Museo. Facultad de Ciencias Naturales e IML, Universidad Nacional de Tucumán.
22. Carolina Lema, Escuela de Arqueología. Universidad Nacional de Catamarca. Conicet.
23. Aixa Vidal. Depto. de Prehistoria. Universidad Complutense de Madrid. España.
24. Lucas Pereyra Domingorena, CONICET y Museo Etnográfico de la Universidad de Buenos Aires.
25. María Fabiana Bugliani. Becaria posdoctoral de Conicet y Museo Etnográfico FFyL-UBA.
26. Cristian Jacob, Carrera de Cs. Antropológicas, Universidad de Buenos Aires.
27. María Fernanda Rodríguez, Instituto de Botánica Darwinion, CONICET.
28. Isabel Cruz, Unidad Académica Río Gallegos, Universidad Nacional de la Patagonia Austral.
29. Marina Sprovieri, División Arqueología, Museo de La Plata.
30. Catalina Teresa Michieli. Directora Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo “Prof. Mariano Gambier”. San Juan.
31. Paula M. Campo. Diplomada en Estudios Avanzados del 3er Ciclo. Universidad Complutense de Madrid.
32. Silvana Urquiza. Becaria de Doctorado CONICET. Instituto de Arqueología y Museo. Tucumán.
33. Alberto Buchholz. Lic. Ciencias Antropológicas. Fac. Filosofía y Letras UBA. Ministerio de Salud de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
34. Diana Mazzanti. Universidad de Mar del Plata.
35. Analia Patricia Garcia (estudiante de arqueologia de la Universidad de Buenos Aires)
36. Verónica Leonor Pernicone – Lic. en Cs. Antropológicas (UBA)- Maestranda en Educación (USAL)- Codirectora del Proyecto Arqueológico Moreno (Moreno, Prov. Bs. As. )
37. Ma. Carolina Barboza, Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario, Conicet
38. Daniel E. Olivera. CONICET-INAPL-UBA
39. Hugo D. Yacobaccio. Instituto de Arqueología. Universidad de Buenos Aires
40. Bárbara Balesta. Universidad de La Plata.
41. Silvina Inés Adrís, Instituto de Arqueología y Museo. Facultad de Ciencias Naturales e IML, Universidad Nacional de Tucumán.
42. Bárbara Manasse. Universidad Nacional de Catamarca – Instituto de Arqueología y Museo (UNT).
43. Laura Pérez Jimeno. Escuela de Antropología. Fac. de Humanidades y Artes. Universidad Nacional de Rosario
44. Julieta Gómez Otero. Laboratorio de Arqueología. Unidad de Investigación Antropología y Arqueología. Centro Nacional Patagónico – (CENPAT) – CONICET
45. Karen Beatriz Borrazzo. CONICET (DIPA-IMHICIHU), UBA.
46. Eduardo Moreno, Centro Nacional Patagónico (CONICET) y Universidad Nacional de la Patagonia “San Juan Bosco”.
47. Natalia Zabala Museo de Antropología, Fac. de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba.
48. Gonzalez, Claudina, Museo de Antropología de la Universidad Nacional de Cordoba.
49. María Paula Villegas, Instituto de Ciencias Antropológicas, FFyL, UBA